"Atravesó la Europa de feria en feria, y fue a completar su extraña educación de artista y de ilusionista en la fuente misma del arte, entre los gitanos" Gastón Leroux.
Por Mireya Cerrillo.
El año que me despedí de Europa fue
un año importante: hubo elecciones presidenciales en mi país, terminé mi
maestría y finalicé mi viaje a Ítaca, uno de tantos que sin duda alguna me ha
enriquecido.
Fue el encanto parisino, la
sobriedad y nórdica, los sabores mediterráneos, el atractivo italiano, la
seducción griega o la musicalidad austriaca… Para mí era la libertad y el
contexto de la historia del viejo continente que me atrapó y cautivó día a día.
Fueron las horas de café, el degustar
los libros, aprender un idioma, o dos o tres. Fue viajar, cultivarme, saborear otras
gastronomías, fue descubrir y sobre todo: fue conocerme.
Fue ese año que dije hasta pronto,
y los cinco más que acumulé de historias y momentos. Son los amigos que me
llevé, y los pedazos de mí que se quedaron del otro lado del Océano.
Es saber que volveré y confiar en
el placer de los reencuentros. Esperar recibirlos en mi México para compartir
los sabores, colores y la magia de mi tierra.
Hoy parece un efímero y lejano
recuerdo que a la distancia sigue resonando en memorias llenas de luz y oscuridad
de lo que fue y ya no será.
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