“Lo más maravilloso
del mundo es saber cómo pertenecer a uno mismo…”
Michel de Montaigne.
Por Mireya Cerrillo.
No te pertenecen
ni mi risa ni mi llanto,
ni la gloria ni
el sosiego.
Te pertenecen
mis labios
que mueren por
darte un beso.
No te pertenece
el tenerme embelesada,
pero sí el
calor de mis brazos
que quieren
cobijar tu soledad,
estrechando delicados
lazos de amistad.
No te pertenecen
ni mi pensamiento ni mis sueños.
Sin embargo ahí
estás, presente en cada letra y quimera.
De vivir en delirio
y de mis ganas eres dueño
que chispea,
arde y a mi corazón incendia y quema.
No te pertenece
mi pasado ni mi hoy.
Si acaso mañana
pudiéramos ser dos:
te doy mi
futuro, te doy mi amor.
Te doy el ansia
de este amargo dulzor.
No te pertenecen
ni la rabia ni la desesperanza.
Mas es tuya la
desconfianza del engaño,
la angustia y
pena y esta triste sensación.
Esta siempre breve
poesía de amor.
No te
pertenecen mis memorias ni la desolación.
Es tuya la
sombra y el vacío del rencor.
Es tuya la
complicidad de un juego de dos.
Es tuya mi
ilusión y tuya la desesperación.
No te
pertenecen mis lágrimas ni mi felicidad.
Es tuyo el
abrazo intenso que se quedó en encendido recuerdo.
Es tuya la
caricia que se quedó en cenizas de llamas de intensidad.
Es tuya tu mirada
en la que me reflejo y entonces me pierdo con facilidad.
Presa soy de un
sentimiento que no termino de entender,
de la pregunta
que me invade y llena de dolor.
Mía es la
sensación de no pertenecer
ni a este mundo,
ni a tu ambiente y tu placer.
Presa del rumbo que
puede ser o perecer.
Benedetti bien
lo dijo: "Un torturador no se redime suicidándose,
pero algo es
algo." Digo yo.
No mueras todavía amor
mío, que aún he de amarte como sólo yo sé.
Aún he de ser
tuya en un sello tatuado pleno de pasión.
Pero no eres
mío ni has de ser. Quizás, tal vez.
Eres ajeno a mi
mundo pero no a mi corazón.
Y si para pertenecerte
te he de convencer,
con amor y sin
razón te haré saber lo hoy que niegas querer.
Por ahora, no
te pertenezco. Soy de mí y mi desconcierto.
Soy de lejos. De
aquí y de varios otros mundos.
Soy la sonrisa
de ensueño, con el alma vacía y repleta de vida,
soy el
encuentro breve de nuestros más profundos secretos.
No te
pertenecen las evocaciones que poco a poco envejecen.
No son tuyos mis
anhelos que crecen y enloquecen tiernamente.
Es tuya mi
vida. Toda te la doy, así tal cual soy.
Es tuya la duda
que perdura aún entre los dos.
Es tuyo el
deseo de pertenecer pues eres mi sinrazón de ser.
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