martes, 27 de agosto de 2013

Noctámbulo del fin...

Por Mireya Cerrillo.
(FRAGMENTO)

“En ese momento supe que iba a morir. Ahí, en medio del caos quedaría en silencio. Una parte de mí siempre lo supo: moriría joven. Mi breve historia sería contada como muchas otras que quedan inconclusas, con la voz de la injusticia y el eco coartado de una soñadora más.
Si acaso sentí miedo, no lo sé. Fue tan rápido que me entregué en paz. Increíblemente no vi pasar en un flash los mejores momentos de mi vida. Me encontré con lo no vivido, aquello que a mis 27 años ya no tuve tiempo de experimentar. Vi nuestra vida juntos, el negocio que no abrí, el libro que no publiqué. . . Vi lo que no hice. ¡Qué feliz hubiera sido!
Si tan sólo hubiera tomado otro camino. Si quizás hubiera ido en dirección contraria. No lo sé. Es demasiado tarde para imaginar. Si tan sólo es un quizás y el tal vez es imposible.
¿Será verdad que existe algo que siempre supo que dejaría de existir tan joven? Me niego a creer que alguien en el infinito pueda ser tan negligente. ¿Por qué quitarme Mi vida? ¿Por qué presentarme lo que ya no fue? ¿Cómo decidir mi momento de morir?
Yo no quise que decidieran por mí. No me gustaron nunca las imposiciones. Y sin embargo, no tomé mi vida en mis manos. No pude optar por la muerte. Siempre tuve la inquietud de morir joven, quizás mal interpreté las señales, ya no soporté el silencio o ya no supe qué hacer con tantas voces. El ruido era tan insoportable como ensordecedor eran tus silencios. Supongo que nunca sabré quién es más valiente: aquél que no soporta la vida y se entrega a la muerte decidiendo cuándo y cómo morir. O aquél que valientemente enfrenta la vida día a día.
No puedo pedir perdón. Yo no lo decidí. El dolor que causo en Uds. es momentáneo, más en mí ya era demasiado. Mi sonrisa falsa y mi paz interior atormentada. Estaba en guerra y perdí sin dar batalla.
Por eso supe que iba a morir. No quise luchar contra lo inevitable. Cuando vi la pistola en su mano supe que era el final. Mientras otros caían a mi alrededor yo sólo pensaba en ti. ¡Qué ingrata fui! Pensar en ti incluso antes de morir. En ti de entre toda mi gente.
Listo, ya lo sabes. Eres mi última confesión y hasta el final fuiste mi más íntimo deseo. Mi dulce pensamiento que me acompañó a bien morir.
Puedo decir que finalmente soy libre de ti. Eres libre de mí.
¡Vive en paz vida mía! ¡Se feliz amor mío!
En la eternidad seré lo que no fuimos. Seré tuya.
Morí y hoy renazco sin ti.”


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