jueves, 28 de agosto de 2014

Vagabundo...

"Un vagabundo, un caballero, un soñador, un poeta, un hombre solo, siempre esperan al romance y la aventura" Charles Chaplin.

Por Mireya Cerrillo.

Pobre maldito vagabundo.
Va perdido sin hogar y sin fortuna.
Va sin rumbo por el mundo,
con la compañía de la luna.

No conoce las delicias de la vida,
su vida a nadie importa.
Sufre la miseria de una pena:
la huella de un lejano amor, su condena.

Su corazón bohemio
le impide saber quién es o a dónde va.
Despreciado por ser vagabundo,
es dueño del mundo en soledad eterna.

Errante hasta el día que muera
camina llevando en el alma una tragedia.
Lo mueve una ilusión farsante
disfrazada de comedia.

¿Dónde dormirá esta noche el merodeador?
¿Dónde despertará mañana el ser solitario?
Su canción triste no conoce estación:
en primavera, verano, otoño e invierno, lo llena la desolación.
  
Se esconde del amor, rehúye a la vida.
Morirá vacío en el engaño
de no sentirse vivo,
de haber transitado en efímera alegría.

Sin hogar fijo,
su único oficio es la de escribir sin tregua.
Viaja y mendiga
con un periódico viejo como cobijo.

Soñador de las calles,
escribe poesía en parques y cartones.
Su limosna es un amor no correspondido,
que poco a poco mata a su corazón roto y afligido.

En su sombrero acumula las historias de su andar.
Hambrea pan, amor y guerra.
Su abrigo y zapatos rotos son las reliquias que le quedan,
son los recuerdos que a su dolor mitigan.

Con su harmónica toca otra afligida melodía,
en su mente escribe otra historia desentendida.
Hace frío. Ésta es su despedida.
Ausencia. Pena y el sufrimiento de la melancolía.

Descansa. Sigue viajando por otros mundos.
Este lugar ya no es para ti.
Aquí todo es inmundo,
y tú precisas ser feliz.



miércoles, 27 de agosto de 2014

Alien...


"Uno cree que va a hacer un viaje, pero enseguida es el viaje el que lo hace a él" Nicolás de Bouvier.

Por Mireya Cerrillo.

Alien: Inmigrante irregular, ilegal, indocumentado o sin papeles.
Hace un mes, 10 días, 7 horas que empacó sus ilusiones más extrañas de hacer vida en otros rumbos, acomodó sus zapatos de pirata junto a su vocación de viajero. Con el oído lleno de consejos y la mirada en un “ya veremos”, dio los primeros pasos de lo que ha sido una aventura sin tregua.
Las ganas de quedarse han sido firmes aunque a veces vacilantes, pues no es fácil la vida elegida del migrante. El expatriado, el que decide exiliarse, el que deja besos en pausa y abrazos en suspenso, el que tiene varios puertos y va perdiendo el sentido del tiempo.
¿Quién es el cónsul que da permiso a la utopía de ser más en otro lado, de imaginar sueños sin fronteras, de amar así sin pretensiones? ¿Quién le expide la visa a los errantes, a los llamados aliens?
¿Quién sella el pasaporte del llamado viajero fugitivo? ¿En qué archivos aparece quien no es de aquí ni es de allá porque se ha ido?
¿Quién seca las lágrimas que evocan la nostalgia de saberse lejano a los suyos, a los propios que lo han vuelto ajeno?
Qué raro es el sentimiento de saberse perdido: sin un lugar en la que fuera su casa, sin un espacio en las llamadas “casas migrante”, y sin un sitio real en la casa nueva que habita. No es bienvenido porque es un extraño. ¿A dónde perteneces?
Por eso precisa del permiso que se encuentra suspendido entre una despedida y el instinto de volver a donde los recuerdos parecen lejanos.
Andante que has emprendido el vuelo, eres ave presa de tus sueños.
Cruzas mares, cielos y montañas pues no hay fronteras para las almas inquietas.
No desistas, resiste. Y persevera por el anhelado destino aunque parezca una idea nubosa carente de sentido.
¡Qué ironía! Renunciaste a una vida para sentirte vivo, mientras mueres en tu elegida soledad y destierro.
Recuerda, no eres alien, eres alguien. Es tu deber descubrirlo.




lunes, 25 de agosto de 2014

Agonía...

"Y ella lo esperaba con tal ansiedad que la sonrisa de él le devolvía el aliento"
Gabriel García Márquez.

Por Mireya Cerrillo.

Me tienes en la agonía incesante de un beso tuyo.
Muero lentamente por sentir tus labios envolver los míos.
Y ahí te tengo tan cerca anhelando algo que sólo intuyo.
Tú: el más inquebrantable de mis desvaríos.

Vivo en pena de saberte aún vacilante.
¿Qué dudas? ¿Qué temes?
Te ruego: ¡déjame pertenecerte!
Ámame sin miedo pues sé que de ganas también mueres.

¿Sabes?, hay un cielo a un beso de distancia.
Un beso nada más, dulce aflicción que me embriaga.
¡Lléname de tu fragancia!
Pasión latente que se enciende y en delirio se apaga.

Por un beso de tu boca… lo que no daría.
Tus labios son la eterna tormenta del alma mía.
Esa sonrisa tuya que me incendia y me provoca.
¡Qué ansiedad! ¡Me estoy volviendo loca!

Por un beso tuyo mis labios húmedos se consumen en silencio.
Besos no dados que arrebatan mis sentidos.
Besos fríos, besos tibios, besos errantes y perdidos.
Besos sinceros, besos puros, besos impresos en mis latidos.

Ansia de recorrer la comisura de tus labios.
Imaginarlo parece el peor de los agravios.
Deseo vehemente este de querer besarte.
Belfos necios que guardan la esperanza de amarte.

Es la carne vedada que no he probado.
Es el jugo salvaje que me tienes negado.
¿A qué sabrá el primero de tus besos?
A miel prohibida de las mejores flores, por favor, ¡lléname de ellos!

Por un beso tendrás el paraíso.
Curioso tú, anhelas arrebatarme los besos míos.
Te advierto: será dichoso.
Vivirlo con exquisitez te dará escalofríos. 

 Enséñame a besarte, a perderme en tu boca.
Calma esta inquietud por agasajarme de ti.
Me rozas y lentamente me provocas.
¡Qué agonía la pretensión de sentirte en mí!

Tengo mis dudas de esta anhelada fantasía.
El misterio del sabor de tus labios.
El imposible calor por el que rabio.
La audacia de un beso, y yo quizás de este sueño despertaría.


sábado, 23 de agosto de 2014

Estrambótico…

"El amor implica un un fenómeno tan raro que se puede vivir toda la vida sin encontrar al ser a quien la naturaleza ha concedido el poder de hacernos feliz." Honoré de Balzac.

Por Mireya Cerrillo.

Si pudiera describir en una palabra este corto pero ya intenso viaje sería “estrambótico”. No sé si es porque realmente me pasan cosas muy peculiares, o es que me atrae la idea de buscar lo excepcional en lo cotidiano. Sea como sea, todo lo que me ha sucedido ha sido en un orden desordenado y de una manera desacostumbrada.
Irregular como el clima, estrafalario como su idioma, extravagante como la ciudad. Estrambóticas mis historias:
Un día conocí a la prostituta de una de las tantas vitrinas que guardan las aventuras y desventuras de las mil mujeres que intercambian caricias por dinero. Conversación inusual, lugar típico.
Extravagante fue el día que me vi inmersa en el desfile del orgullo gay, lesbiana, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual…y por si hubiera un género más que incluir agreguemos a los pansexuales y a toda la comunidad homosexual y heterosexual que bajo el efecto del alcohol y la música se dejó ver con flores y colores por los canales de esta ciudad. Insólito ver colgando la bandera gay de lo que alguna vez fue una iglesia, y asombroso es entrar a una “sex shop” como quien entra a la dulcería, sin pena ni gloria.
Pero a lo que no estoy acostumbrada es a que después de cinco minutos de conversación con un vendedor paquistaní, este me pida casarme con él como quien invita un chocolate a un niño, sin nada que perder, pues aparentemente después de “conocerme” entendió por qué su madre le insistía en casarse con una mexicana. Estupefacta y con una carcajada ahogada en mi interior respondí inocentemente: “es que no te conozco”, (como si el conocer a alguien fuera garantía de un matrimonio exitoso), “no importa, nos conocemos luego” (como si luego fuera la medida inmensurable del tiempo necesaria para conocer a alguien).
Absurdo es que en el Starbucks intenten escribir mi nombre en “holandés” o como les suena que debe escribirse “Meereja” y sus varias acepciones.
Encuentro fuera de lugar pagar casi 10 pesos por entrar a hacer pipí en un McDonalds, o que la puerta del WC tenga “código”.
Inaudito ha sido subirme al coche de un extraño y que termine siendo tu nuevo amigo. E insólito es llevar a mexicanos a probar el platillo local por excelencia: “marihuana”, y más increíble es encontrarme viviendo rodeada de jóvenes consumidores del cannabis y sus variaciones.
Nuevo es conversar en francés con un chino, en español con una rumana, en catalán con un africano y en italiano con un holandés.
Infrecuente es este sabor a libertad, este sentimiento de improbable felicidad.
Excesivamente peculiar ha sido encontrarme leyendo en un parque con un lago y en compañía de patos.
Me parece única esta ciudad que se caracteriza por el uso de la bicicleta por sobre todas las cosas, como las vacas en India, creo que aquí son sagradas.
Insuperable es disfrutar de un cálido sol y a los cinco minutos tener encima de ti a tu nube personal, esa que te sigue a todas partes y que llueve y relampaguea exclusivamente para ti.
Tal vez lo más raro ha sido perderme en esta pequeña ciudad, caminar sin rumbo pensando que voy en la dirección correcta sólo para percatarme que llevo un buen rato dando vueltas sin sentido.
Pero sin duda alguna lo más extraordinario hasta ahora es disfrutar tu mirada al verme llegar vestida de colores que se contraponen a tu siempre elegido negro. Mi esencia divertida y afable que contrasta con tu seriedad y rigidez.
Quizás por eso me atrae lo extraño y misterioso, porque tú y yo somos así: una atrayente y disimulada combinación de opuestos. Mezcla chocante que se siente a lo más exótico y sin embargo abriga lo más normal. Sí, ha de ser eso lo que nos hace especial, el encuentro singular de dos contradicciones que comparten la soledad y la misma inquietud que provoca el desvelo tan lleno de sueños…

jueves, 21 de agosto de 2014

Coincidir...

"Las mejores cosas de la vida se encuentran sin buscarse. Un placer coincidir en esta vida"

Por Mireya Cerrillo.

Todas las cosas tienen su momento para ser, suceden de repente como algo mágico. De pronto todo lo que el Universo ha estado conspirando hace posible converger.
Es en ese pequeño instante donde te encontré: entre mis sueños y mis deseos, entre la ficción y una incrédula ilusión.
No es fortuna ni suerte, fue una sorpresa conocerte. Pero como todas las cosas que pasan, sucedemos siempre fuera de tiempo. Naufragando entre mis estrellas y el sueño anclado de tu perenne figura en la luna.
O quizás este es el momento, por breve que sea ya podemos decir que coincidimos entre las olas de un mar que nos acaricia y atropella. No fue un accidente seguir tus huellas, sucediste por una razón sin motivo, más que cruzarte en mi camino para hacer tremar mi destino y mover en otra dirección mis velas.
Y ahora tengo la ocasión de quererte y tienes la oportunidad de amarme, y en lugar de besos te escribo estos versos. Siempre el mismo cuento: la distancia y el destiempo. Un amor desierto que vive el destierro.
Y aunque aún nos sobra tiempo es un milagro coincidir aunque sea un instante. Este presente que me das, este aquí y ahora es un regalo para existir, una visa para mí que soy migrante.
Parece ya bastante y si ha de ser así: adelante. Prefiero vivirte cinco minutos a anhelarte toda una eternidad suspirando y pensando en qué hubiera pasado si hubiéramos podido coincidir otro rato. 
Ahora ya no hay más duda, mis utopías están renovadas y si he de ser tuya, seremos sin más rodeos ni elegías. No nos pertenecemos, sin embargo eres aún el único dueño de mis letras.
Y así se me va la noche, en el alegre desvelo de vislumbrarte, de tenerte así tan cerca sin querer disturbar tu sueño. ¡Qué ingrato el tiempo, qué agradables circunstancias! Disfruto el reflejo de tu silueta que alumbra una pasión incierta, tu sombra que desata una y mil tormentas y me hace navegar tu perfil para perderme en el interior de tu ser.
Sintonía…la grata casualidad de coincidir.
Sincronía…contemplarte aunque sea sólo un instante.
Y qué importa si no te veo a diario, para mí tú llenas los días de mi calendario.
Este andar que va lento aunque quiere ir a prisa, que demanda caminar a breves soplos para ser el aire que desafía nuestras más oscuras fantasías.
¡Qué placer estar distantemente juntos!  ¡Qué agonía tenerte así de cerca y no poder tocarte!
Tiempo al tiempo... Es la hora de coincidir y nada más que coincidir pues resulta que hoy estoy aquí y tú también…


lunes, 11 de agosto de 2014

La ciudad gris...

"¿En qué lugar del mundo se pueden encontrar tantas comodidades y curiosidades al alcance de la mano? ¿En qué lugar del mundo se puede sentir tanta libertad?" Ámsterdam según Descartes.

Por Mireya Cerrillo.


Esta ciudad que habito tiene un constante aroma a lluvia: a nostalgia, recuerdos y soledad.
Tiene un color gris: elegante, crítico, afligido, triste e intelectual.
Tiene cierto aire a misterio. Quizás por eso me gusta tanto, pues esta es mi palabra: algo secreto y con mil cosas por descubrir.
Se siente a independencia, a libertad. Y es que en esta ciudad uno se encuentra ajeno a los prejuicios, sin miradas que te juzguen. Eres cosmopolita, libre de la crítica y con un carácter desenfadado, y quizás algunos se sienten tan libres que por eso se confunde con libertinaje. La verdad es que no hay nada de obsceno en ser uno mismo, en vivir plenamente toda tu esencia. De eso se trata Ámsterdam, de ser todo lo que eres sin miedo y sin tabú. Por eso aquí la homosexualidad es parte de la ciudad, aquí la prostitución y la marihuana son legales, aquí la bicicleta manda y el inmigrante se mezcla con el holandés de tal manera que todos se vuelven un híbrido en busca de su propia identidad. Lo definió bien el autor John Green: “Algunos piensan que Ámsterdam es la ciudad del pecado, pero la verdad es que es la ciudad de la libertad. Y en la libertad la mayoría de la gente encuentra el pecado.”
Pocas ciudades me han embelesado así. Con su arte, cultura, historia, cocina internacional, y ese descontrol controlado que enloquece, mitiga y atrapa. Es un lugar donde se mezclan con cierta gracia lo sacro y lo profano, los colores serios y vivaces, lo moderno y lo antiguo, lo banal y lo ufano. Todo y todos caben en sus canales, en sus inusuales anillos, en sus casas con encanto y desencanto.
Por eso elegí Ámsterdam, aquí soy sin pensarlo ni temerlo. Aquí tengo historias, trivialidades y secretos que me van hechizando día a día.
Con paraguas en mano para este lluvioso verano recorro sus rincones y aprendo a cantar bajo la lluvia. Aunque me pierda entre sus calles aquí me encuentro con facilidad. Siendo, estando, haciendo.
Aquí quiero estar, aquí me siento mejor. Tal vez es porque todo lo que soy combina con el color y la personalidad de esta ciudad: así gris, así nostálgica.
¡Bienvenida a Ámsterdam!. La ciudad donde todo está permitido, hasta ser uno mismo.


sábado, 9 de agosto de 2014

Bitácora del Capitán...

"Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma" Nelson Mandela.

Por Mireya Cerrillo.

Al hablar de la bitácora del Capitán nos referimos al cuaderno donde los navegantes relataban el desarrollo de sus viajes para dejar constancia de todo lo acontecido en el mismo y la forma en la que habían podido resolver los problemas. He aquí mi breve intento:
Hace veintitrés días que crucé el Océano Atlántico. Después de haber hecho una breve escala en el Puerto de Barcelona para reconocer estás lejanas tierras que cada vez siento más mías, me encuentro de vuelta en la ciudad nórdica de los canales, molinos y tulipanes. En busca del holandés errante inicié la travesía con días de sol aunque ya ha habido otros de copiosa tormenta. Tempestad interior que me ha llevado a tomar mi brújula para retomar el camino.
He conocido a otros viajeros que como yo están en busca de un nuevo mundo. Tratan día a día de conquistar esta otra cultura, de aprender este duro idioma, y de seguir a pesar de las vicisitudes que el camino de lo desconocido nos depara.
¡Oh el viejo continente!, ¿encontraré en ti lo que tanto ansío? ¿Será este mi puerto final? Tantas dudas y sólo una respuesta: Sigue navegando a pesar de la tormenta, a pesar de ti mismo, a pesar de tus dudas, a pesar de todo, sigue navegando.
Reviso y tengo las herramientas necesarias: una brújula que me oriente en la dirección adecuada, un mapa para no perder el rumbo, un reloj para no perder el tiempo, un astrolabio para calcular la altitud de las estrellas que quiero alcanzar, y una libreta y una pluma para poder plasmar mis impresiones, miedos, alegrías, tristezas, frustraciones y mil y un emociones.
Tengo a la bóveda celeste de mi parte para continuar guiándome, sé que los 7 mares favorecen este viaje y los 4 vientos soplan para poder gritar y acallar mis angustias.
Mi capitán favorito Jack Sparrow dijo alguna vez: “Cada partícula del propio ser queda expuesta al misterio infinito de la existencia”. Es decir, somos parte del indescifrable infinito y es mejor no saber qué instante será el último.
Mi vida es la de un pirata: navego aguas internacionales. Voy tentando a la suerte. Soy un corsario sin permiso de navegar, trotamundos, lejos de mis playas, surcando las olas. Soy yo con el alma de pirata.
Bitácora del Capitán cerrada hasta el cese de la tormenta.


martes, 5 de agosto de 2014

Busco...

Por Mireya Cerrillo.

Busco inspiración en el paisaje que me envuelve. Pasa un tren, pasan dos o más de tres y las musas me acosan en la habitación de este hotel.
Busco calmar los demonios en mi interior, las voces en mi cabeza que me asedian y me hacen sentir inferior.
Busco un amor clandestino, repentino, íntimo y distinto. Casi ilusorio, mágico, irreal.
Busco tu mirada que me da luz y pretende que me ama. Me grita, me enciende, me evade, me mata.
Busco un techo que cobije mis locuras, un trabajo que desarrolle mis habilidades, un lugar que me permita ser.
Busco dejar de huir. Estar en un lugar. Permanecer. Fluir.
Busco constantemente una razón para sonreír, existir…vivir.
Sin embargo, de todas las cosas que busco la que más anhelo encontrar es el reflejo de la luna en tu silueta. Esa que me envuelve de noche, me baña de luz y me atrapa sin reproche.
Busco ser. Pertenecerte otra vez, tantas veces hasta que nos encontremos en un beso, en ese abrazo que te haga perderte en mi y reclamarme que a ti regrese.






sábado, 2 de agosto de 2014

Soledad...

"La soledad lo es todo cuando no tienes nada."

Por Mireya Cerrillo.


Comprobado. Por alguna extraña razón funciono mejor en soledad. A pesar de ser seres sociales algo hay de atractivo en el destierro  y la nostalgia. Al menos a mí poco a poco me cautiva y atrapa.
La reflexión, el autoconocimiento, la vida sin límites, respirar: son cosas que poco a poco me devuelven a la vida.
Dice la canción que no hay más destino que el camino en soledad. Hace tiempo que me aferro a la vida conmigo misma. ¿Cuánto tiempo será así? Supongo que el que yo elija.
Entre mi país y este sitio al que he decidido emigrar hay más de 9,000 km de distancia. Sin embargo, cuándo estoy en México me siento tan lejos de todo e inexplicablemente cuando estoy aquí me siento cerca, terriblemente cobijada a pesar del frío de mi alma. No hay medida real a la distancia aunque estar aquí me aleje de los que más quiero.
Pero los suspiros se quedaron atrás, añorar no es una opción y partir es una decisión de vida. Mis fantasmas me siguen a donde yo vaya, los alimenta el miedo y la desesperanza. No hay melancolía, sólo una triste melodía.
¿A qué sabe la libertad? ¿A qué huele?... Me lo pregunto constantemente. En este momento tiene un sabor dulce-amargo de incertidumbre mezclado con un poco de insensatez. Huele a un atrayente aroma de miedo y se siente en cada poro de mi cuerpo.
¿Cómo no querer vivir en soledad, en el destierro, en la imprudencia y el desacierto? Si sólo se vive una vez, es una gran manera de existir… Pero no por mucho tiempo, no puedo confesar lo que de veras pasa por mi cabeza, no puedo decir lo que sacude mi mente. ¿Si siguiera mis desenfrenados pensamientos? ¿Si esa fuera la solución permanente?... Pero la muerte no se anuncia, la muerte se espera plácidamente. Esto puede ser una sacudida hacia la vida o un empujón hacia la muerte. ¿Qué será realmente?...
Hasta entonces la soledad demanda ser vivida, pues vivir en soledad es la demanda primaria de la vida.
Por eso digo que tomar decisiones de adultos puede ser el más divertido juego de niños. Vivo en esta elegida soledad, entretenida con mis días nublados y tus días de luz. A gritos sordos que te aclaman y en voz baja que musita un permanente adiós.