martes, 29 de marzo de 2016

Memoria...

"Hay besos que pronuncian por si solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada, y hay besos que se dan con la memoria."  Gabriela Mistral.

Por Mireya Cerrillo.

Retuve cosas de mi pasado con la intención de no echar al olvido, la efímera distinción de lo dulce y de lo amargo.
Así, un día de tantos, entre el disturbio de la cotidianidad y el hastío, comenzó a hacerse presente tu recuerdo. Y es que eres algo así como un aviso, una advertencia del caos que anuncia la llegada de un amor que se dosifica en minutos y centilitros y una que otra carta de por medio.
Más me contento con degustar en mi memoria las porciones de una pasión tardía, que por encima de las dudas, se construye poco a poquito con el impulso de la paciente conquista.
El inventario de los besos que hoy hacen eco en mi piel, me mantienen prisionera de un deseo. Un imposible que en la distancia grita ausencia y que entre sueños me devuelve a los brazos de un necio Morfeo.
Era una relación de aquellos dados, de los más deseados, de esos tibios y dulces y fríos y amargos también.
De repente, en esa evocación de tus labios surgió el monumento para la gloria de unos cuantos… La reminiscencia de nuestro beso más pequeño.
Un beso. Un sueño. Un dueño. Tú y el encanto de la novedad. Yo y el miedo constante a la idea de la felicidad, esa tuya y mía que se encuentra sostenida en cada dosis microscópica de complicidad de nuestros labios.
Así pequeños para no sufrir demasiado. Para no vulnerarme tanto.
¡Impacto! Cedo a la exposición de otro beso y me muestro sin tapujos…al menos en mis sueños.


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