martes, 21 de octubre de 2014

Dolor...

"Quiero hacer dibujos que conmuevan a la gente. Dolor es un inicio [...] hay al menos algo que viene directamente de mi propio corazón." Van Gogh.

Por Mireya Cerrillo.

Hoy leí este soneto de Miguel de Unamuno:

Cállate, corazón, son tus pesares
de los que no deben decirse, deja
se pudran en tu seno; si te aqueja
un dolor de ti solo no acíbares
a los demás la paz de sus hogares
con importuno grito. Esa tu queja,
siendo egoísta como es, refleja
tu vanidad no más. Nunca separes
tu dolor del común dolor humano,
busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu hermano,
el que agranda la mente y no la achica;
solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica.

Leo y releo tan hermoso poema tratando de entender y sólo puedo concluir que hace tiempo ya que no me siento bien y no estoy en mi mejor versión o en mi mejor momento. He perdido la esperanza en mí, en la gente y en los buenos sentimientos.
No creo en Dios. No creo en nada ni en nadie. No creo en el amor. Simplemente, no creo. Y la verdad es que tampoco quiero creer.
Si bien trato de acallarlo, hay una cosa que me duele: yo misma. Me duele el alma por la desesperanza. Me duele el cuerpo por el fastidio. Me duele el corazón pues está herido, deshabitado.
No me gusta esta parte de mí. No me gusta la pena o la congoja. No disfruto las lágrimas que no parecen cesar. No encuentro un motivo. No entiendo la razón. No te comprendo y ya no intentaré hacerlo.
“Sólo el dolor común nos santifica…” Lo demás es vano, no debe compartirse. Sin embargo, tenía que decírtelo pues aunque no pretendieras ser parte de mi dolor y digas que lo sientes…más lo siento yo.
Y aunque suene a novela o a un acto de masoquismo: “Ha sido un placer tener el corazón roto por ti”.


 

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