lunes, 9 de enero de 2012

Nessun dorma...guardi le stelle!....

Noche estrellada sobre el Ródano, Van Gogh (1888)

Por Mireya Cerrillo.

Esta noche caminando de vuelta a casa, como siempre perdida en mis propios pensamientos y soportando el frío ginebrino, me percaté que en este cielo que me cobija no hay estrellas.
Qué triste mirar hacia arriba y darse cuenta que no hay pequeñas luces brillantes. Es de ese tipo de cosas que no te das cuenta que puedes añorar hasta que notas que no las tienes más. ¿Por qué desde aquí no se ven las estrellas?...No lo sé.

No puedes hacer deseos, no puedes imaginar, no puedes inventar formas con ellas. Cómo entender a Neruda, cómo comprender a Puccini, o cómo apreciar a Van Gogh si no tienes a las estrellas.

¿Con qué esperanza o ilusión miras al cielo si no hay estrellas? ¿A quién pides consejo? ¿A dónde señalas? ¿Cómo te ubicas, si no hay estrellas? ¿Cómo encuentras o sigues tu estrella?

Van Gogh decía que cuando sentía una necesidad de religión, salía de noche para pintar las estrellas. Pobre Van Gogh si hubiera vivido en Ginebra, y pobres de nosotros si no hubieramos contemplado sus estrellas. Van Gogh para mí es poesía en un lienzo. Es un artista que logró derramar su alma en cada una de sus obras. Sus tristezas, miedos y emociones que se han quedado inmortalizadas en cada tormetoso cuadro.

Será que mi nombre significa estrella, será que me gusta inventar historias o quizás es que les cuento mis secretos a las estrellas, y ésta noche no tengo confidente. Encuentro a mi musa en su ausencia, pero echo de menos mirarlas en el cielo, contarlas, verlas brillar y recordar que tras un largo día, al menos nos quedan las estrellas. Esos luceros que acortan mis distancias, me evocan recuerdos y me llenan de una manera que hasta ahora no consideraba posible.

Si alguna vez sientes que el peso de la vida se hace demasiada carga para ti, busca un lugar donde poder ver las estrellas... ante tanta inmensidad nada puede ser tan grave. Extraño esa inmensidad, añoro esa agonía.

Ya lo dijo Puccini en su increíble aria, ¡Que nadie duerma, mira las estrellas!...Cuánta belleza, cuánta luz en una estrella. Y yo aquí sin poder verlas.


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