lunes, 24 de febrero de 2014

No me explicaste...


Por Mireya Cerrillo.
Viví un ensueño lejano a lo real.
Cercano a lo etéreo y lo fugaz.
Hoy es una triste desolación,
pues para ti fue fácil decirme adiós.

Preciso dejarte ir.
Olvidar mi mejor ilusión.
Dejar de sentirme gris,
dentro de este loco corazón.

Es imposible intentar el reencuentro.
Es doloroso vivir de fantasías.
Sólo quiero saber que no fue un sueño.
Y que cada caricia frustrada, fue más que una de mis poesías.

Eras la sal que mi vida endulzaba.
El amor que alegría en mi causaba.
El inesperado juego que conocí.
El deseo que decidiste concluir.

En suspenso así lo dejaste.
Mas el sentimiento no logro desaparecer.
Quisiera mis besos te los llevara el viento.
Quisiera borrar la ilusión con este desconsuelo.

Fuiste el maestro que me enseñó a compartir.
A quererte sin miedo ni complejo.
Eso fue ayer: la historia de un dulce frenesí.
Hoy: es decir te amo en la afonía de un simple arrebato.

Fui tu aprendiz. Me enseñaste a no temer.
A ser entrega sin preguntas.
Al mundo con tus ojos ver.
A escuchar tu música sin dudas.

Eres todo esto que fuertemente siento:
intenso, oscuro y misterioso.
La luz aún dentro de mí.
Tu voz que no calla y dice: brevemente fui de ti.

Aprendí a no esperar.
A disfrutar la sonrisa de tu mirada.
A describir el amor con mis palabras.
A sanar tu silencio y ausencia con mis lágrimas.

Más, ¿cómo curar la mentira?
¿Cómo sanar ésta herida?
No pensé necesitarlo.
Aprender a superarlo.

Y es que de todo lo que aprendí de ti.
De todo lo increíble que me enseñaste.
No me explicaste a vivir así.
A anhelarte tanto. A olvidarte, a ser sin ti. 


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