lunes, 3 de febrero de 2014

Poesía de una pena...

Por Mireya Cerrillo.

En realidad soy un ser vacío lleno de agonía y nostalgia. Una soledad incomprendida. Una sonrisa fingida. Incrédula de mi propia genialidad. Y este constante pensamiento catastrófico.
Pero soy poeta y me niego a la depresión, por eso busco su belleza. Así, a la tristeza le llamo melancolía. Al desinterés: abandono. Al insomnio: profunda quimera. A la angustia: desasosiego. Al apetito: deseo. Y a los pensamientos suicidas: desesperanza.
Síntomas de una pena hecha poesía.



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