sábado, 19 de abril de 2014

Quererme está prohibido…

“Me hago débil queriéndote. Me hace fuerte amarte. Sin embargo, quererme te prohibo."
Por Mireya Cerrillo.
Alguna vez te pedí que me quisieras aunque sea un poquito.
Así con tantito me conformaba.
Así con saberte único y distinto,
era feliz así con casi nada.

Pero el cuento era siempre el mismo:
el miedo, el tiempo y la distancia.
Y tú sin saber aún, que en mí creaste un sismo
lleno de angustia e ilusiones falsas.

Hoy mejor te digo, que quererme está prohibido.
No seguiré más la luz de tus ojos que me irradian.
No interpretaré más tus afonías en mi oído,
pues me niego a vivir en destierro y constante ansia.

Quererme queda prohibido aunque no desees olvidarme.
Seré en tu vida un fruto prohibido y nada más.
Un simple recuerdo pues no pudiste amarme,
y quererme como te quiero no sé si podrás.

Sería injusto volverlo a intentar.
Te pido por favor, déjame y vete por nuestro propio bien.
Este amor está destinado a naufragar,
a ser una fantasía y una ilusión para cada quien.

Aunque insista en soñar y en quererte una vez más.
No me mires así, te imploro.
Prohibido queda insistir en ser y amar.
Sin embargo tus ojos serán mi más preciado tesoro.

Te prohíbo culpar a nuestras ganas o a las incertezas.
Te quiero y esa es la única verdad.
Te impido hablarme como sólo tú sabes.
Pues tengo miedo de caer ante ti una vez, otra vez, ¡no sé cuántas veces!.

Tengo que aprender de tu indiferencia,
y aunque no pueda evitar la nostalgia de añorarte.
Sé que ante ti me paralizo aunque entre nosotros sólo hay ausencia.
Besarte, abrazarte, sería suficiente…imposible no obstante.

Queda prohibido regalarte una lágrima más.
Queda prohibido desear.
Entiendo lo indebido de jugar con el destino,
marcados estamos a vivir este amor clandestino

Tú y yo: tan iguales y tan distintos.
Sentenciados a ser quizás sólo amigos.
Vedo vivir cada día en un suspiro,
en éste inquebrantable delirio.

No sé si es un castigo o una dicha.
Lo qué sé es que es constante ésta lucha:
la de anhelarte y relegarte,
de morir y vivir por entregarme.

Por eso me prohíbo extrañarte sin alegrarme.
Pues aunque nuestros caminos han dejado de cruzarse,
estoy segura de que volverán a encontrarse.
Será entonces que regresaré a los momentos que me hicieron enamorarme.

No hay motivo para lo prohibido.
Sólo razones para no caer en el descuido.
Y aunque mi corazón sienta frío.
Sé que esto fluye lento como un río.

Errantes, negados el uno al otro, fuimos de amor un simple esbozo.
Nuestra historia aquí no termina vida mía.
Eterno será en mí el deleite y el gozo.
Pues tu recuerdo nadie me lo quita, aún haces que sonría.


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