viernes, 1 de noviembre de 2013

A mi abuelito...

Por Mireya Cerrillo.

Estos días celebramos las ausencias,
aquéllos que ya no están pero cuyo recuerdo permanece.
Sin embargo, tu amor no tiene vigencia,
es lo que hace que todo comience.

Acudí a tu aposento en busca de desahogo.
Tu memoria es el bálsamo que a mi alma alivia.
Eres y serás mi mejor diálogo,
motivo de nostalgia y alegría.

Cada día te pienso, te siento y te llevo conmigo.
“Quiero ser como tú”, me digo.
Entonces me doy cuenta de que es imposible,
y por un momento, mi ser se siente terrible.

No tengo muchas cosas de ti.
No obstante, vivo todas tus lecciones.
Te llevo muy dentro de mí,
y trato de imitar tus acciones.

Abuelito: gracias por ser mi luz y guía.
Por tus consejos y calmar mis desconsuelos.
Por estar conmigo noche y día,
pues sé que me cuidas desde el cielo.

Sigue iluminando mi camino,
sigue guiando mis pasos.
Sé la paz de mi destino
en el éxito y el fracaso.

¡Eres mi gran lección de vida!
Mi inspiración y raíz.
Gracias por tu amor sin medida.
Cada momento compartido es hoy un recuerdo feliz.

Nos vemos en otro tiempo,
cuando sea merecedora de la eterna gloria.
Hoy todo pasa lento,
y revivo cada instante de nuestra historia.

¡Te Quiero Siempre!

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