lunes, 11 de julio de 2016

La luz que no puedes ver...


"Marcharemos adelante, aunque todo se derrumbe." Anthony Doerr.


Por Mireya Cerrillo.

"El tiempo es algo resbaladizo, pierde el asimiento de él una vez y el hilo que lo sostiene podría escaparse de tus manos para siempre"... Estas son algunas de las frases que el autor Anthony Doerr escribe tan magistralmente en su libro: "La luz que no puedes ver..." Que en mi caso y como siempre, una cosa me lleva a escribir sobre otra...

Mi papá es ya una persona mayor, un hombre al que he visto envejecer tan rápido y tan poco a poco que lamento muchas cosas. La principal: no haber crecido con él a mi lado.
Es muy puta la vida cuando te quita tan despacio y de un jalón dos veces a la misma persona.
Recuerdo cuando siendo niña un día mi papá simplemente ya no estaba en casa, la verdad es que mi memoria tiene tan pocas imágenes de entonces, pero esas que tiene son suficientes para hacer mi historia.
Esa fue la primera vez que la vida o las circunstancias me arrebataron el beso de las buenas noches, la reprimenda, el empuje en un columpio o una bicicleta y muchas otras cosas.
La segunda vez ha sido un paulatino olvido y rezago de sus capacidades que me hace cuestionarme ¿por qué? ¿Por qué tenemos relojes pero no tenemos tiempo?... Sí, pues cuando tenía la edad y él la fuerza para disfrutar y aprender de él, nos separaron... y ahora que yo tengo el tiempo y las ganas, él está cada vez más cansado y desganado como para pensar en recuperar el tiempo perdido.
¡Qué putada! La vida da. La vida quita.
Sí, ya sé que aún no muere y aún puedo disfrutarlo de otra manera. Una conversación o un abrazo... pero la distancia que nos ha separado los últimos 9 años ha sido territorial, y así, de visita en visita, he sido testigo de cómo mi héroe, ese hombre fuerte y tenaz, se va haciendo viejo. Más lento, olvidadizo y no se...mayor simplemente.
Creo que mucho tiempo he estado enojada con él por eso, a pesar de ser mi todo, estoy molesta y él quizá no sabe por qué.
Estoy enfadada porque no hizo el intento de estar conmigo más tiempo cuando niña, unas horas cada fin de semana, sin embargo, para jugar, dibujar y que me permitiera despeinarlo y peinarlo en la estética que me inventaba, venderle cosas de mi tiendita, o enseñarle cosas en mi escuela, parecían suficientes. Lo mismo que una tarde en la piscina, en el zoológico o en el parque...
Pero yo no tuve algo que mis hermanas tienen: el dí a día. La rutina. La cotidianidad. El conocimiento de sus hábitos y los míos... esos que intuyo o he aprendido con el tiempo. Sé en cambio, que en cuestión de gustos somos muy similares. Sé que me gusta el café y la música clásica gracias a él, y que por eso el café debe ser expresso y sin azúcar, fuerte e intenso como él, y que a la sinfónica la debe dirigir sólo el grande Karajan, es decir, que si bien la vida tiene música, debes llevar la batuta rígida y refinada de un austriaco.
Sé que prefiero el vino tinto, el whisky y el tequila, la carne jugosa por dentro, las pastas al dente y que a los libros hay que tratarlos con respeto y devorarlos en silencio y en soledad.
Sé que tengo el mismo carácter impulsivo, irritable y depresivo. Pero también el mismo ahínco y perseverancia para alcanzar una meta. Sé que tengo el mismo lunar en el cuello del lado derecho, su nariz y su ingenio. 

"La luz que no puedes ver", premio Pullitzer del 2015, cuenta la historia de un padre y su hija ciega que deben hacer su propio camino al huir juntos de los estragos de la Segunda Guerra Mundial...
Un padre que guía, protege y enseña, y una hija que se refugia en sus libros para sobrevivir... Hoy que lo pienso, quizá nuestros roles se han cambiado. Yo intento guiarte, y tú lees para permanecer.
Tú y yo no huimos de ninguna guerra pero sí de las constantes batallas contra nosotros mismos, algunas ganamos y las que perdemos, nos extravían en momentos de ira y tristeza, más nos dejan con heridas y lecciones de la contienda.
Y si efectivamente hay una luz al final del camino, esa que todos veremos al momento de partir, no significa que aún no queden cosas por hacer. Tal y como dice el autor: "Cierra tus ojos y mira qué podrías hacer con ellos antes de cerrarlos para siempre".
Yo veo. Yo te veo. Y decido ver por ti para mi. 
Mientras tú me ves como una promesa que en cuanto se cumpla, temo que tu compañía termine.
Me ves como tu princesa y quiero pensar que también como tu ejemplo y consejera.
Yo te busco cuando siento desfallecer y eres tú quien me levanta. 
Tú me buscas cuando quieres hablar y yo intento estar ahí para escucharte.
Anthony Doerr escribe: "Uno entierra su infancia por aquí y por allá. Y espera por ti toda tu vida para que regreses y la desentierres." ¡Es tan cierto! Mi infancia me persigue con melancolía y saudades de lo que fue y lo que no. Y lo que voy desenterrando es tierra...esa se tira. Pero los tesoros: esos pocos recuerdos tuyos y míos. Esa papá. Esa es la luz que no todos pueden ver.


1 comentario:

Unknown dijo...

Solo puedo decir que el amor que nos une no tendrá fin. Algún día después nos encontraremos te amo princesa