lunes, 23 de septiembre de 2013

Corazón de emigrado...

Por Mireya Cerrillo.


Me ausento temporalmente de esta mi tierra, de esta mi patria
para residir en donde encuentre un nuevo inicio:
para descubrir nuevos sabores y entender otros mantras,
busco la calma y extraño el bullicio.

 Síndrome de Ulises le llaman, quien perdido en su camino a Ítaca,
añora el origen…  y ansía un nuevo destino.
Es sentirse perdido, es una nostalgia que al corazón ataca,
es el deseo de ser errante, un eterno clandestino.

La fuerza de la Odisea: el saberse sin retorno,
huír y volar. Vivir viendo para ser en otro sitio.
Ser capitán, ser marinero, perder el suelo
y navegar en sintonía con el ritmo del mar.

Quiero estar siempre en movimiento,
aunque a mis raíces busque tornar.
Tener libres recuerdos del mundo sin igual,
escribir momentos que sean de mi alma el más puro alimento.

Viajar ligero de equipaje entre ciudades y países
con hambre y pasión descubridora,
pintar con nuevos matices
todo lo que mi mente ahora explora.

Con los sueños dentro de un veliz
y mil pasajes sin regreso.
El camino va quedando tras de mí,
y lo bueno y lo malo del trayecto sospeso.

Quien fuera Gulliver o Marco Polo,
para acumular millas como Amelia Earhart en su aeroplano.
De norte a sur, encontrarse al estar solo,
perderse en tren o en barco, estar en un lugar lejano.

Viajar es ser poesía en una postal,
es irse para regresar.
Escribir un abrazo anhelándolo real,
ser calma, besar y otros mundos inventar.

 La vida es una eterna aventura,
ir a lugares inimaginables.
Viajar es ser yo sin censura,
y dejar en libertad mi alma indomable.

Tengo el corazón del emigrado,
distante, lejano, siempre en pleno vuelo.
Soy poeta y soy viajero,
busco tu destino anhelando ser tu cielo.

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