martes, 13 de mayo de 2014

Sosiego...

  “A veces, el silencio es la peor mentira.”
Miguel de Unamuno.

Por Mireya Cerrillo.

Brota de la nada así en lo imprevisto
un silencio frío que se desvanece en el inútil intento de un grito.
Me quedo quieta y escucho con sigilo:
es un ruido que enmudece y crece despavorido.  

Extasiada fui ligeramente interrumpida.
Me miras trastornado. Es algo muy raro.
Me dejas impávida sin poder de huida.
No hay más algarabía, todo es una efímera alegría.

Sin palabras y con tanto por decir
hablamos de mil maneras sospechosas.
Taciturno mutismo sin fin
discutimos las cosas ufanas y dichosas.

Aprendí tanto de tu silencio
que ahora sé escucharte a detalle.
De ti, de tus sombras y miedos
y todo lo que haces que en mi estalle.

No hay más acción que la inocencia,
todo es quietud, disimulo y cautela.
Seguimos siendo distancia y ausencia,
y el breve suspiro que por ti se cuela.

Sin embargo todo es pretencioso.
Pasión y alegre canto. Tú ansioso:
vienes a decirme el porqué de tu rechazo,
a hacerme pedazos y dejarme en profundo sollozo.

Evadimos lo que hay aún por decirnos.
Nos fugamos de la resonancia pero tú en silencio:
eres sonido mismo. Eco inadvertido,
eres la armonía que tiene a mi corazón cautivo.

Con tu música melódica perturbas mi sueño y pensamiento.
Quedan sólo restos de las ondas sonoras.
Queda sólo éste triste sentimiento:
el afligido motivo que a mi alma acongoja.

Un estruendo remoto.
Una quietud cercana.
Un gran terremoto
en mi ser que te aclama.

Eres mi inquietud y sosiego.
Un eterno desconcierto
que me impulsa a emprender el vuelo,
a abrir el cielo y vivir un sueño.

No tengo pruebas para demostrarte
que mi amor por ti es todo un arte.
Que extrañarte es un continuo anhelarte,
que tu silencio puede aniquilarme.

Esto es un verso más dedicado a tu silencio.
El azul de tu voz que me invita a desear tus besos.
Un poema que te sonríe en la inmensidad,
una elegía para ti y tu traviesa serenidad.


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